REVOLUCIÓN CULTURAL: CENSURA TOTALITARIA E ICONOCLASIA
REVOLUCIÓN CULTURAL: CENSURA TOTALITARIA E ICONOCLASIA
Instituto de Estudios Estratégicos de Berlín (ISSB e.V.)
La caja de Pandora ha estado abierta de par en par durante mucho tiempo: los marxistas culturales están poniendo toda esta sociedad patas arriba. Todo está siendo cuestionado: género, familia, tradición, nación, estado, sociedad, economía, valores, virtudes e incluso historia.
Los libros son censurados o retirados de las bibliotecas. Los monumentos y memoriales son derribados o profanados. Con la familia, la piedra angular de la sociedad se disuelve. Todo está en desintegración.
Las sociedades se dividen, los grupos se agitan unos contra otros.
Ideológicamente no hay aquí un objetivo final, excepto quizás el comunismo total. Los marxistas culturales, aquellos izquierdistas que se han alejado de la clase obrera y se presentan como mentes maestras elitistas del nuevo mundo, ya no se preocupan por la vieja lucha de clases de la vieja izquierda.
Los intelectuales de izquierda de hoy han transformado la “narrativa de lucha” del conflicto entre la “clase obrera” y la “burguesía” en un conflicto entre “oprimidos” y “opresores”. Esto abrió la caja de Pandora, porque en todas partes del mundo donde existe alguna jerarquía se puede hablar de un conflicto entre “oprimidos” y “opresores”.
Así es que esto seguirá y seguirá: es una revolución permanente. A veces es racismo (“los blancos malos”), a veces es sexismo (“los hombres malos”), a veces es la lucha de los LGBT contra la heteronormatividad (“los heterosexuales malos”), luego es la lucha de las víctimas del clima contra las víctimas del cambio climático (“los automovilistas malos”), luego es la lucha de las generaciones (“mi abuela, la cerda ambiental”).
Revolución permanente y desestabilización de los Estados y las sociedades.
Esta hipócrita diferenciación entre “opresores” y “oprimidos” está siendo empujada cada vez más lejos, sin fin, como motor de cambio permanente. Esta es la dinámica que inventaron los intelectuales de izquierda, adoctrinando a los estudiantes de las universidades, y que ahora está siendo explotada por los oligarcas mundiales y las ONG (organizaciones no gubernamentales) para enfrentar a las personas entre sí.
Esta dinámica también se utiliza para desestabilizar a los estados y las sociedades. Basta con buscar las desigualdades en la sociedad, encontrar a los “opresores” y “oprimidos” (no hay límites a la imaginación), y ya se habrá creado una tensión social que pueda ser manipulada y atizada por las ONG y los principales medios de comunicación.
Así es como los gobiernos pueden ser derrocados y hasta el presidente de los EE. UU. puede ser puesto bajo presión. Y los servicios secretos están virtualmente predestinados a colocar las mechas apropiadas con las que los explosivos sociales puedan ser detonados.
Estrategia de tensión: mantener a las elites en el poder mediante la división de la sociedad.
Los comunistas en la Unión Soviética, los nacionalsocialistas en el Tercer Reich o los maoístas en la República Popular China demostraron cómo las generaciones pueden volverse unas contra otras mediante una “revolución cultural”.
La división de la sociedad nunca acontece por sí misma, no es un fenómeno natural que le ocurra a la gente. Siempre, cuando los ciudadanos de la sociedad civil se agitan unos contra otros, hay ciertos intereses y personas detrás.
En el caso de Mao Zedong en China, su preocupación era mantenerse en el poder. Como el partido comunista estaba en su contra, movilizó a la juventud contra la generación mayor. Y así estuvo de regreso en la cima.
Las protestas y el activismo marxista cultural, los excesos violentos de la extrema izquierda y las actividades de las ONG han aumentado desde que Donald Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos y los británicos votaron por el Brexit. Parecía que se estaba produciendo un cambio de paradigma en la política y la opinión pública, que frustraba a ciertos grupos de interés. Desde entonces, los medios de comunicación se han vuelto altisonantes y descarados en su tono, como si alguien quisiera cambiar el rumbo con todas sus fuerzas, sin importar los daños colaterales.
La revolución cultural de los marxistas culturales es un medio para un fin: se abusa de la gente de todos lados para salvaguardar intereses particulares. En la actualidad, es evidente en el mundo occidental cómo en particular la clase media burguesa está siendo afectada en sus tradiciones, valores y nivel de vida.
La historia nos ha enseñado: la iconoclasia y la revolución cultural, la censura y el totalitarismo siempre han traído devastación y destrucción al pueblo. Entre los chinos de hoy en día, su Revolución Cultural es conocida como la “generación perdida”.
Nosotros también estamos amenazados por la desintegración de la sociedad y una “generación perdida”.
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Traducido por René Fuchslocher. Texto original en alemán en DIE FREIE WELT: https://www.freiewelt.net/nachricht/tyrannei-des-kulturmarxismus-bildersturm-und-meinungs-totalitarismus-10081555