26 de abril, una pandemia y el proceso insurreccional que no termina
La pandemia global introdujo un cambio radical en la agenda pública nacional e internacional, tanto en los modos de desarrollar nuestras vidas, así como también las formas en las que nos relacionarnos. Mientras el estado avanza incrementando su poder y presionando en limitar las libertades individuales sin mayor cuestionamiento de los ciudadanos, mientras deambulamos entre medidas razonables y una paranoia irracional promovida por los medios de comunicación hegemónicos.
Fundación Internacional por la Libertad, presidida por Mario Vargas-Llosa y Red Liberal de América Latina han levantado la voz contra el clima de autoritarismo y de amenaza a las libertades que ha emergido tras las recomendaciones de la OMS amparadas por el Partido Comunista Chino. Por otro lado un cúmulo de organizaciones internacionales promotoras de la libertad han enviado una carta a la OMS por la misma temática manifestando el interés por investigarla, y que esta organización supra-estatal rinda cuentas por su negligencia, y uno de sus firmantes señala “La OMS es una organización corrupta que ha fallado constantemente en la prestación de servicios básicos de salud. Los contribuyentes no deberían tener que pagar la factura por su incompetencia”. Brian Marlow, Director Ejecutivo, Australian Taxpayers’ Alliance, Australia. Paralelamente el Ministro de Relaciones de Taiwán, David Lee Ta-wei, se dirigió al planeta comentando la receta local para mitigar el impacto del virus de Wuhan como ayuda para las sociedades libres y como modelo alternativo al control totalitario del Partido Comunista Chino.
En el mundo las medidas radicales de confinamiento están llevando a manifestaciones por hambre, y el control del poder biopolítico se asoma como ese totalitarismo silencioso disfrazado de democracia que advirtió Juan Pablo II en su último libro titulado Memoria e Identidad, ante el silencio cómplice de los medios, que más que colaborar siguen promoviendo el terror y el miedo entre niños y mayores.
En Chile, el clima de irresponsabilidad y de distorsión de la gobernanza es pan de cada día. Los alcaldes solicitando información privada de la salud de los pacientes que padecen el virus, mientras violentistas realizan funas, amenazas y quemas de casas a gente que haya tenido o está en cuarentena con la enfermedad y también a algunos del personal de salud que batallan día a día para proteger la población. El congreso sigue la misma tónica, propuestas económicas insostenibles para quebrar y asfixiar definitivamente al país y seguir cosechando la división y el hastío del ciudadano común frente a las castas políticas que parecieran vivir en otro planeta.
Mientras algunos suelen sacar cuentas alegres que se postergó un plebiscito, impuesto por el terrorismo y la violencia, otros como el Frente Amplio, el Partido Comunista y todos los grupos insurreccionales y movimientos populares continúan aceitando la maquinaria ideológica para la promoción de la subversión, presentando proyectos para aumentar gasto público y robar los ahorros en pensiones de los trabajadores de Chile, entre otras más. Avisando que regresarán las revueltas con más fuerza, recordemos que, los hechos mostrados como aislados no han sido menores, abundan los casos de incendios a antenas, y quemas de casas, balas locas y heridos, y otros atentados a lo largo del territorio nacional ¿será que se ha dado ingenuamente por ganada una batalla que ni siquiera se ha enfrentado? En Chile seguirán destruyéndonos culturalmente mientras no se abran los templos, y mientras sigan rayando nuestras calles y nuestros cerebros. Si realmente no se toma conciencia y mano dura contra este enemigo poderoso, el comunismo en su vertiente posmoderna terminará en nuestros hogares saludándonos cada mañana al desayuno.
Andrés Barrientos Cárdenas
Fundación Ciudadano Austral