Documento constitucional de Bachelet: Camino de servidumbre.
Pareciera ser que la amnesia en la política es una característica patológica. Mientras en el año 2017 la Presidenta Michelle Bachelet firmaba proyecto que proponía Convención Constitucional señalaba: “seguiremos de la misma manera hasta el final (…)”. Paralelamente el candidato estalinista, Eduardo Artés, del PC(AP) indicaba que el mecanismo sería a través de una asamblea constituyente y en caso que no se apruebe “cerraría el Congreso”. En la otra vereda, la oposición calificaba de inapropiado que un gobierno con 20 % de aprobación proponga reformas de tal envergadura. Ahora, luego de tres años, usted se preguntará ¿quién controla la agenda?
En vista de los últimos hechos y acontecimientos en nuestro país consideramos que es sumamente grave valorar o validar el proceso constituyente ilegítimo desarrollado por el segundo gobierno socialista de la ex presidenta. Lo más preocupante es que ganando el rechazo o apruebo, pareciera ser que la centro-derecha se rindió a la agenda progresista y la radicalidad que continúa en las calles. Lo anterior, debido a que algunos partidos estarían proponiendo poner como base el proyecto que presentó Bachelet, donde las consecuencias económicas, políticas y sociales serían irreversibles.
Procederemos a revisar someramente lo que sostiene tan vanagloriado proyecto:
—Nacionalización de los recursos naturales. Es decir, una reformulación del derecho de propiedad, el que pasará toda la explotación y uso de los recursos a manos del Estado y el poder político, esto promoverá fuga exponencial de inversión. Siendo hoy la inversión privada el 73 % de la inversión en nuestro país.
—Garantizaría democracia vinculante que aplique topes a la acumulación de riquezas. Este es un enfoque de democracia radical, desarrollado por Chantal Mouffe y sostenido por intelectuales y políticos de la izquierda. Con esto se busca eliminar la representatividad y suscitará quiebre en la autonomía de la sociedad civil. Por otro lado, la fijación de ganancias destruiría el sistema de incentivos para instalar nuevas empresas y generar empleo.
—La naturaleza sería considerada como sujeto de derecho, garantizando el acceso a recursos naturales. Es decir, una relativización absoluta de la noción de supremacía del ser humano por sobre el Estado y el de administrar su derecho de propiedad. Visión ligada a las teorías del ambientalismo radical.
—Aseguraría igualdad económica, social y derechos. Visión utópica de realidad económica, política y social de un país. Con esta medida se establecerían acciones arbitrarias políticas contra la creación de riqueza y empleo. Promovería directamente aumento de corrupción, pagos y coimas. Finalmente el fin del Estado subsidiario.
—Aplicaría discriminación positiva hacia pueblos indígenas, género, minorías identitarias, etc. Este planteamiento que atenta directa y en forma arbitraria contra la igualdad ante la ley de las personas, promoverá un trato privilegiado para distintos grupos de presión. Olvidando que todos poseen igual dignidad y derechos.
—Garantizar la participación vinculante, pluralista, multicultural y plurinacional. Un ejercicio del todo equívoco que excluye la visión de una nación unitaria además del trato igualitario ante la ley de todos los chilenos.
—El bien común como búsqueda del bienestar colectivo, primando derechos sociales sobre los intereses personales. Esto implicaría supeditar el derecho de propiedad a lo que decidan las mayorías circunstanciales del país, pone en riesgo herencia, propiedad, patrimonio personal, entre otros.
—Un Congreso unicameral con representación equitativa de las regiones, etnias, género y jóvenes. Esta medida romperá los equilibrios para el control de las leyes, destruye la noción de representación del ciudadano discriminándolo por categorías o grupos de interés.
Las consecuencias de entregar a cualquier mayoría circunstancial nuestra Carta Fundamental, traerá severas consecuencias que están hipotecando el futuro de Chile. Poner fin al Estado subsidiario como añora la ex Nueva Mayoría, y sus sectores más radicalizados, para la instalación de un Estado solidario de derechos será el sello que cerrará el sueño del Chile libre, y algunos terminarán preguntándose por qué fracasan los países como ya lo explicó Daron Acemoğlu.
Andrés Barrientos
Fundación Ciudadano Austral