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Experiencias del desastre comunista. Conmemorando un nuevo año de Holodomor, genocidio en Ucrania.

Los experimentos totalitarios son reconocidos en el mundo libre como un atropello sistemático y programado sobre las libertades humanas, curiosamente en Chile no. En países bálticos, o en eslavos como Hungría, Polonia, Ucrania mejor lo han entendido, evidenciando en sus museos y universidades su reciente historia; las ocupaciones; deportaciones; asesinatos y sufrimientos bajo los regímenes de la Alemania Nazi y la dictadura Comunista de la Unión Soviética.

Entendiendo lo anterior, y sin olvidar la historia que ha transcurrido en nuestro planeta, es que debe entenderse la relevancia de la dimensión política y las decisiones tras esos acontecimientos que conllevan a la construcción de estos totalitarismos, que nunca están ausentes dentro de la alicaída Latinoamérica, la que al parecer no ha aprendido siquiera de su propia historia sumergida en el revisionismo y construcción de “memoria colectiva”, concepto que en palabras de Maria Mälksoo, PhD e investigadora senior de la Universidad de Tartu en Estonia, sería el inicio de la “homogeneidad definitiva de las visiones [que pueden existir] del pasado”.

El genocidio ucraniano, más conocido como el Holodomor (matar de hambre) fue la consecuencia de las políticas de colectivización del campo perpetradas por Stalin. En dicho proceso fueron aniquilados más de siete millones de ucranianos, lo que en cifras de hoy sería casi el 40 % de la población chilena, lo cual ha sido relatado por intelectuales como Robert Conquest, Anne Appelbaum, o el mismo investigador uruguayo Guillermo Celdrez.

Desde Chile deberíamos mirar con ojos críticos los distintos procesos del comunismo en el mundo, que se adaptan bajo contextos y circunstancias, para aprender y tener una mirada general del daño que provocan los enemigos de la libertad a las democracias republicanas. Países bálticos como Estonia, Letonia y Lituania tienen sus propios y hermosos museos y memoriales contra el totalitarismo, con investigación exhaustiva de los procesos y evidencia. Por otro lado, algunos eslavos como Ucrania lo ha hecho en su país en el museo del Holodomor en su capital, Kyiv, y también inaugurando diferentes placas o monumentos en Canadá y países latinoamericanos como Brasil o Paraguay. Mientras la cobardía de algunos tomadores de decisión, sumada a una extrema confusión sobre la historia, hace de eso hoy algo imposible de pensar para replicar en Chile.

Los pueblos eslavos, como Ucrania, en el mes de noviembre volvieron a conmemorar un año más del genocidio de Holodomor provocado por la U.R.R.S. –que siguen viendo con nostalgia los chilenos del Partido Comunista y el Frente Amplio- ante la quietud ideológica y doctrinaria de los promotores de la sociedad libre. Invito al lector, entendiendo que la tarea es titánica, que hay voluntades para crear en el futuro incierto que vive Chile, museos y material para que nuestros hijos condenen todo totalitarismo. Ojalá que no sea tarde.

Andrés Barrientos Cárdenas
Director Ejecutivo
Fundación Ciudadano Austral