Restaurar la normalidad — Andrés Barrientos Cárdenas
A un año del inicio del infierno regulatorio, podemos sacar algunas cuentas tristes e invito al lector a reflexionar. Hoy, se continúa abusando del estado de excepción constitucional, en democracia no se había tenido registros de utilizar esta medida, y de este modo, con motivos de protección de salud de la población. Por un lado, a distintos niveles se ha promovido el miedo y el chantaje sicológico frente a las personas que gozan de buena salud y sacando cuentas, Chile lleva pausada su vida más de un año por decreto, mientras la actividad política penetra y sigue dañando el tejido social del país.
El Artículo 19 de la Constitución vigente es sumamente relevante, porque establece los derechos y deberes constitucionales, y lamentablemente, este abuso del marco regulatorio excepcional está vulnerando el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica, se ha cercenado la unión familiar, el encierro ha deteriorado la salud de las personas sanas, sobre todo en un país que goza de altos índices de deteriorada salud mental, sobre las consecuencias de ello, no hay respuesta. En 2°, la igualdad ante la ley ha sido quebrantada, los políticos gozan de permisos especiales para el traslado en sus distritos en campaña, los animadores de matinales son trabajo esencial, mientras el ciudadano debe seguir encerrado en los metros cuadrados de su hogar, vaya maldición si su familia se encuentra en otra región del país.
La violación de la vida privada de las personas, con la complicidad de los medios de comunicación hegemónicos, se ha vuelto el tema del día. No existe protección a la vida de las personas, ni a su honra ni menos a su familia, cualquier situación que vulnere el decreto del estado es sujeto a juicio público y mediático, arruinando la salud mental del afectado, instalándose incentivos inclusive a la denuncia de los vecinos. Es sabido, que lo anterior es otro ingrediente para la destrucción del deteriorado tejido social.
En el Artículo 19 5° se establece la inviolabilidad del hogar, y hoy para todos es conocido que la misma institucionalidad de Contraloría General de la República (CGR) emitió un dictamen para que sanitarios puedan iniciar controles en domicilios. Para qué decir el 6° sobre libertad de conciencia y ejercicio libre de cultos religiosos, hoy es sabido que es más simple ir a un centro comercial que profesar y ejercer la fe.
En el 7° establece el derecho de los chilenos a residir y permanecer en cualquier lugar del territorio nacional y así también su traslado. Llevamos un año, donde eso es posible parcialmente, donde todo debe ser informado al Estado, donde todo queda registrado en el aparato burocrático y donde además ya algunos comercios, de manera inmoral, piden permisos estatales a los individuos para permitir el ingreso, un episodio que usted está viviendo tal como ocurrió en la Unión Soviética. Los arrestos a personas que hacen deporte se ha vuelto pan de cada día y el Estado te dice si puedes o no, cuándo y cómo puedes hacerlo.
En esta oportunidad tan sólo revisamos 7 de los derechos garantizados del Art. 19 y no dimensionar la gravedad es extremadamente preocupante. En resumen, se han vulnerado las libertades de reunión, de movimiento, de culto, libertades económicas y de comercio, y también se ha incumplido la Constitución, se ha impedido ver a nuestras familias (sobre todo cuando se encuentran en distintos territorios), todo bajo el silencio cómplice de los medios hegemónicos y los políticos del país.
Pinochet tuvo 1204 horas de toque de queda/año. Hoy, en democracia, llevamos una proporción de 800 horas toque queda/año por total de mandato (si se termina con el DS 104, el 30 de junio de 2021), en caso de que se prolongue hasta 18 enero 2022, en este indicador igualaremos a Pinochet.
La vida en Chile se ha vuelto un delirio, escenario perfecto para la destrucción de la convivencia y el ascenso de un orden nuevo, que no respete ni la libertad ni mucho menos la vida de los demás. Es momento de decir basta, y restaurar los modos de vida, no vaya a ser demasiado tarde.